17 de Mayo, Día Mundial contra la homofobia y la transfobia.(1)
Otro 17 de mayo en el que el Mundo no ha aprendido a aceptar y respetar la diversidad sexual. Otro año más en el que algo tan sencillo como que todas las personas somos diferentes (con diversas formas de entender el amor, el sexo, las identidades...), lejos de comprenderse como una riqueza, hay quien los sigue percibiendo como una amenaza. Otro año más en el que este 17 de mayo sigue siendo necesario para que nuestras voces se vuelvan a levantar altas y claras. En este 17 de mayo del año en que la FELGTB ha decidido declarar como Año para TRANSformar, se hace imprescindible echar un poco la vista atrás para comprender, especialmente, la dimensión del problema que supone la transfobia.
A lo largo de los siglos, de las culturas, la transexualidad no ha comportado necesariamente un estigma. No ajustarse estrictamente a las obligaciones binarias de las indentidades de género no era sinónimo de dolor o sufrimiento, marginación o violencia. En ocasiones, era tomado como un regalo de los dioses. Sin embargo, por diferentes motivos, la historia nos ha llevado a una situación en la que nacer con un cuerpo que no se ajusta al género sentido, es considerado, por muchas personas, como algo negativo, aberrante o susceptible de castigo. En tan solo unos años, España ha avanzado pasos de gigante y se ha colocado a la cabeza de la Historia, en la vanguardia de los derechos humanos, del respeto a las personas y circunstancias personales. Seguimos avanzando. Porque el cambio es largo.
A pesar de los esfuerzos realizados, las mujeres transexuales, siguen siendo insultadas en la calle, rechazadas en los empleos, continúan nutriendo las bolsas de marginación, viviendo de una prostitución que con frecuencia no desean y que ejercen en condiciones precarias y de inseguridad. Los hombres transexuales, algo más afortunados, siguen accediendo a puestos laborales inferiores a los que merecerían por su formación.
A pesar de toda la labor de pedagogía que las personas trans estamos realizando, todavía hay quien nos utiliza para inundar de demagogia las mentes, para hacernos sentir culpables por la carencia de servicios de la Seguridad social, para creer que lo nuestro es un capricho o, peor aún, un trastorno mental.
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