El Salvador: El Estado y la niñez desaparecida.

Publicado en por Los Derechos de las Mujeres

Organismos internacionales, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), han reconocido y establecido la responsabilidad del Estado salvadoreño en la desaparición forzada de cientos de infantes durante el periodo bélico, durante la década de 1980; y, pese a los señalamientos y condenas, los gobiernos mantuvieron una actitud indiferente ante los hechos.

No hay más responsable que el Estado porque fue éste el que, con sus instituciones armadas, se convirtió en el origen del mal cuando por las veredas y cantones iban desapareciendo a pequeños de caras curtidas y afligidas en la voracidad de los operativos militares.

 

Es el Estado al que le corresponde aliviar con justicia los acongojados corazones de miles de madres por el arrebato de sus hijos. Sin embargo, esto aún no ha sido posible, pues durante el periodo de postguerra los cuatro gobiernos de derecha se dedicaron a enterrar toda responsabilidad en los crímenes y mantuvieron ausente de la agenda nacional el tema de la memoria histórica.

 

Lo que no pudieron lograr durante todos estos años fue silenciar las voces que niegan entregarse al olvido; y cuya fuerza ha trastocado la voluntad de un nuevo gobierno, que le ha dado un rostro más humano al Estado salvadoreño, el cual se está encaminando en los esfuerzos por reparar los daños causados a las familias que vivenciaron la guerra.

 

El pedir perdón, la creación de una Comisión Nacional de Búsqueda, el establecimiento de un día nacional de la niñez desaparecida, son sólo algunos gestos de buena voluntad por parte del actual gobierno, por encaminarse a la reivindicación de los derechos de las víctimas y sus familiares.

 

La misma Primera Dama de la República, Vanda Pignato, ha reconocido que la búsqueda de justicia siempre tuvo que haber sido una responsabilidad asumida por el Estado. Para Pignato, cada 29 de marzo debe ser una fecha dedicada a “reflexionar sobre nuestro pasado, para advertir los progresos que podamos tener en el marco de la Comisión de Búsqueda; y para que, cada día más, reforcemos la convicción sobre lo que no nos puede volver a pasar”.

 

El Estado, ahora representado por un gobierno con ideales más apegados al sentir popular, también ha sido capaz de reconocer la labor de organizaciones como Pro Búsqueda que, sin reservas, se ha entregado a la causa más humana: reencontrar familias.

 

Los esfuerzos de Pro Búsqueda deben ser tomados en cuenta

 

Dentro del abismo en el que han vivido miles de familiares después de haber perdido a un hijo, hija, hermana o sobrino durante el Conflicto Armado, solo han sido escuchados sus lamentos por unas pocas organizaciones que se han dedicado a la trascendental obra de cerrar estas historias de dolor y sufrimiento.

 

En ese esfuerzo es que la Asociación Pro Búsqueda se ha mantenido y, ahora, espera trabajar de la mano con la Comisión Nacional de Búsqueda, creada por el gobierno, para continuar la labor que el sacerdote Jon Cortina le imprimió a la organización desde sus inicios.

 

En ese sentido, los esfuerzos de Pro Búsqueda incluyen 518 casos en los que la investigación de las circunstancias en la que desaparecieron los niños, su posible paradero y su afiliación familiar, aún no han sido determinados; pero hasta la fecha ya ha resuelto 223 casos en los que se han reconectado vínculos desaparecidos entre familiares que desde hace ya más de 30 años buscan sanar su dolor.

 

La alegría de reencontrar a la familia

 

La trágica experiencia de vida que significa para una niña o un niño haber desaparecido durante el Conflicto Armado, de perder a toda la familia, de no saber qué hacer ni en quién confiar, no tiene comparación con la grandiosa experiencia de reencontrar la identidad, de reencontrarse con la familia y con el amor.

 

Así lo vivenció Eduardo Gaigicheco, un ciudadano italiano de origen salvadoreño que encontró en las investigaciones que hace Pro Búsqueda su pasado y su futuro.

 

Eduardo recuerda “los árboles, las rocas, el viento, el campo” en el que creció, antes de ser desaparecido durante la masacre de la “Finca la Peña”, que ejecutada en el cantón el Perical, en Tecoluca, San Vicente, en junio de 1981. Más de 10 mil personas fueron concentradas en ese lugar después del desalojo de unos 22 cantones y fincas del departamento de San Vicente y de La Paz, miles de ellos asesinados por la 5° Brigada de Infantería y el Batallón Atlacatl y enterrados en fosas comunes en ese mismo sitio, hombres, mujeres y niños de

 

Fue en ese operativo que Eduardo y su madre fueron atacados por “los soldados”. Su madre fue asesinada y Eduardo fue capturado junto a más de 70 mujeres con sus hijos e hijas. El pequeño, de escasos cuatro años, estaba herido y fue entregado a la Cruz Roja.

 

Eduardo, ahora de 34 años, nervioso de felicidad pudo abrazar a su hermana, a sus tíos y tías de sangre, que aún recuerdan cómo iba vestido el día que desapareció, y con quienes desea “reconstruir su historia”.

 

A menos de una semana de la celebración del Día de la Niñez Desaparecida, Eduardo, conocido hoy por su nueva familia como Margarito Eduviges Ruiz Chacón, reencuentra su nombre y su historia cerrando el episodio de la guerra.

 

Investigaciones científicas para descubrir la historia

 

La Asociación Pro Búsqueda ha implementado el uso de las herramientas que brindan las ciencias modernas para el esclarecimiento de los casos que investiga. Exhumaciones, análisis de tejidos óseos y restos personales y comparación de filiación genética son algunos de los mecanismos que aportan a la identificación de familiares y víctimas.

 

Recientemente, Silvana Turner, la Antropóloga del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que ha trabajado en El Salvador en el caso de la Masacre del Mozote y que colabora con Pro Búsqueda, exhumó los restos de cuatro niñas y un niño en el Cantón El Alto, jurisdicción de Potonico en Chalatenango, donde se determinó mediante el trabajo de campo que ahí yacían los restos del niño Rafael Pompilio, asesinado en un operativo militar y que es uno de los 881 casos de niñas y niños desaparecidos que Pro Búsqueda registra.

 

“Los restos óseos encontrados estaban bastante deteriorados y fueron empaquetados para trasladarlos al laboratorio en Argentina para su respectivo análisis, tanto de ADN como de pruebas forenses para determinar edad y otras cosas”, explica la experta. Una vez se hagan pruebas de ADN para comprobar vínculos sanguíneos, se podrá cerrar el proceso de duelo de los familiares mediante la certeza del paradero de los niños desaparecidos.

 

Con el trabajo que Pro Búsqueda ha realizado a través de las décadas, desde que su fundador Jon Cortina se propuso aliviar las penas de cientos de salvadoreños, esta organización ha trabajado sobre un vacío que ahora el Estado debe empezar a llenar con la vista puesta en el futuro, la reparación y el resarcimiento de las víctimas.

 

 

 Fuente: Argenpress.info - MERLIN VELIS y EUGENIO CASTRO - (COLATINO) 30/03/11

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