Infección por clamidias.
ESTA BACTERIA PROVOCA LA ENFERMEDAD DE TRANSMISIÓN SEXUAL MÁS EXTENDIDA EN TODO EL MUNDO. EL USO DEL PRESERVATIVO COMO BARRERA PARA EVITARLA Y SOMETERSE A CONTROLES PERIÓDICOS PARA FRENAR SU DESARROLLO, ES FUNDAMENTAL.
Cada año se detectan cerca de un millón de casos de infección por clamidia, aunque el Centro de Prevención y Control de Enfermedades estadounidense (CDC) estima que la cifra real de afectados podría ser de 2,5 millones de mujeres. Esta enfermedad no es crónica y dispone de un tratamiento simple: la administración de antibióticos . El problema estriba en que, en su mayoría el diagnóstico tardío conlleva el desarrollo de complicaciones. Las clamidias son unas bacterias de las que se conocen tres especies. La "Chlamydia trachomatis" origina enfermedades de transmisión sexual , aunque en algunos países en desarrollo causa tracoma, una conjuntivitis crónica responsable del 15% de los casos de ceguera en el mundo. Las otras dos especies son "Chlamydia pneumoniae" y "Chlamydia pssottaci" que afectan el aparato respiratorio y provocan neumonías.
Uno de los principales problemas del contagio por este microorganismo es su escasa sintomatología, un hecho que dificulta el diagnóstico de la enfermedad y el retraso en el inicio del tratamiento. A pesar de todo, diversos síntomas, comunes a otras patologías, llevan a sospechar una posible infección. En la mujer, se sienten molestias al orinar y durante las relaciones sexuales, se detecta alguna secreción y/o sangrado vaginal. El motivo es la inflamación del cuello del útero, que puede extenderse hacia las trompas de Falopio.
Los síntomas en el hombre se repiten: dolor al orinar y posibilidad de secreciones uretrales con aspecto mucoso. Si la inflamación persiste, puede afectar a los testículos y desarrollar, a largo plazo, problemas de esterilidad. En relaciones anales y de sexo oral, la inflamación puede afectar al recto y generar diarrea, sangrado y dolor al defecar, además de molestias en la garganta. Incluso, en un procentaje muy bajo, puede derivar en artritis con lesiones en piel e inflamación ocular y uretra, conocido como síndrome de Reiter.
Por último, si el patógeno se transmite durante el parto, el recién nacido tiene riesgo de sufrir conjuntivitis durante las primeras semanas de vida, junto con la posibilidad de padecer también alguna inflamación respiratorio durante los primeros meses.
Resúmen del artículo publicado en CONSUMER EROSKI por TERESA ROMANILLOS