Son gay y también forman una familia.

Publicado en por Los Derechos de las Mujeres

Después de   casados y   con hijos, dos   hombres   se   dieron   cuenta    de   que   eran homosexuales. Se conocieron y formaron una pareja. Ambos tienen la responsabilidad sobre sus hijos naturales y conviven bajo el mismo techo desde hace 8 años.

El comedor de la casa está lleno de fotos. Y en el centro de una serie de portarretratos, aparecen todos en una típica imagen familiar: los chicos con una sonrisa de oreja a oreja y en las dos puntas abrazando a sus hijos están Oscar (52) y Andrés (36), los dos jefes del hogar. Andrés cuenta que está preocupado porque se quedó sin trabajo y le cuesta conseguir algo fijo y que extraña mucho a Oscar, que trabaja en Buenos Aires.

Pero asegura que esa situación no los ha desunido. "Estamos enamorados y sé que vamos a poder salir adelante, tuvo que ir a trabajar lejos porque era una buena oportunidad", explica, mientras su hijo de 17 años se prepara para ir al colegio.

Hoy, en medio del debate por la aprobación legal del matrimonio entre personas del mismo sexo, ellos ven la situación de manera particular, pues son pareja desde hace casi 8 años y entre los dos tienen cuatro hijos. Su rutina de vida no varía respecto a cualquier otra familia, aunque no tengan un papel del registro civil que diga que son un matrimonio. "Esto ocurre en Mendoza y es real. Hay muchas parejas de personas gay que tienen hijos y viven sin problemas, o mejor dicho, con los mismos problemas de cualquier familia", asegura.

Andrés estuvo casado con una mujer y tuvo dos hijos. Cuando se dio cuenta de que en realidad era gay, se separó y se quedó a cargo de los chicos. A su actual pareja le sucedió algo similar. Y así formaron una familia en la que conviven Oscar, Andrés y tres adolescentes (la hija más grande ya se independizó).

Ellos lo manejan con tanta tranquilidad que algunas veces el que pregunta se siente un poco desubicado.

-¿Y cómo son los roles con dos hombres a cargo de una familia?

-Nos manejamos normal, no sé. Como dos hombres separados que viven juntos y tienen chicos. Es decir, no hay uno que tenga que ponerse un pañuelo y los ruleros. Menos el pelado, porque no tiene dónde ponerse los ruleros. Me toca cocinar a mí, después a él. O el que se queda con los chicos hace las cosas, la limpieza la hacemos los dos. Con tres pibes es más laburo.

La importancia del respeto

Cuando Andrés asumió su sexualidad y formó una pareja estable, su hijo mayor tenía 11 años y la más chica 8. Por eso, fueron despacio y sin apurar la situación. "Nosotros no forzamos nada. Creo que lo más importante en esto es el respeto. Nosotros al principio ni nos besábamos delante de los chicos. Cuando les fui a hablar estaba muy nervioso y me dejaron callado. Ellos me dieron una lección a mí", recuerda Andrés, que así como dice tener bronca por la discriminación, también se molesta con quienes exageran la exhibición de su sexualidad.
 
"Si tenés respeto ganás todo. Por ejemplo, si voy con mi hija y veo a una travesti que está desnuda en pleno día, me parece que no corresponde, si te podés vestir normalmente. Muchas veces eso genera prejuicios”, asegura Andrés, que defiende su rol de padre y también el de Oscar como su compañero, a quienes sus hijos llaman tío. “Ellos tienen en claro que yo lucho para ser un buen padre. Ellos saben que jamás los voy a abandonar, nunca los voy a dejar. Ésa es mi lucha. Mis hijos eligieron estar conmigo”, asegura.

Con sus hijos ya en la adolescencia, hay algunos cuidados que asumen a manera de precaución. “Esto es algo nuestro. Yo le dije a los chicos que tengan cuidado porque la adolescencia es algo complicado y cualquier cosa se puede prestar para que los hagan sentir mal. Pero eso es tiempo. La hija más grande de Oscar tiene 25 años y sus amigas saben todo. Ya es otra cabeza más madura”, explica.

Andrés y su familia están atentos al debate que se está dando en la sociedad por el matrimonio, aunque dicen sentir impotencia por algunos conceptos que se expresan. “Me da bronca escuchar que ser gay es como una enfermedad. Somos seres humanos que estamos enamorados.

Es el mismo sentimiento que sienten un hombre y una mujer. A nosotros  y a las parejas heterosexuales les pasa lo mismo: pagamos impuestos, discutimos, criamos hijos... Muchos se creen que nosotros vivimos en un mundo de mariposas”, dice.

-¿Han tenido que hablar de sexualidad con tus hijos?

-Yo tengo la confianza para decirle cómo son las cosas. Por ejemplo, he hablado con mi hija de la importancia del uso del preservativo para evitar un embarazo no querido. Pero sobre todo por las enfermedades que se tienen que prevenir. Esa confianza la logramos hablando mucho.

-¿Y se planteó tu sexualidad?

-No, nunca me han preguntado. No me daría vergüenza, pero es algo de la intimidad. Me da rabia eso que dicen que no podemos tener hijos porque ‘es contagioso’, como si fuera una enfermedad. No tiene nada que ver, mi hijo tiene su propia elección.
Pablo Icardi - picardi@losandes.com.ar - Publicado en LosAndes.online - Diario de Mendoza - Sociedad -04/07/10

Etiquetado en Diversidad Sexual

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