Bioética, Salud Mental y Género. (1)

Publicado en por Los Derechos de las Mujeres

Este artículo habla sobre la mujer, su salud mental, su problemática y su relación con la bioética. El concepto "género", aunque muy utilizado en los últimos tiempos, todavía genera ciertas confusiones, por eso creemos importante explicarlo previamente.

 

Hay un abismo entre el concepto "mujer", que predominó en tiempos antiguos, y el concepto "género" empleado en la actualidad, aunque algunas implicancias todavía no se hayan superado. Hurtado(1) señala que el nacimiento de la mujer era desgracia para la tribu, se le encomendaban las labores de bestia de carga, labradora de la tierra, pastora de rebaños, podía cambiar de dueño en la guerra y era cuidadora de enfermos y niños; menciona que, bajo la influencia de la civilización griega, pasó a ser productora de ciudadanos, según su condición social, y luego, con el cristianismo y su desprecio por la carne, llegaron a llamarla "impura" o "hija del demonio". Lo cierto es que siempre fue considerada como un ser inferior y, lamentablemente, esto continúa en algunas sociedades.

El Diccionario de la Real Academia Española define "género" (del latín genus, generis) como "conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes (…) Clase o tipo a que pertenecen personas o cosas(2). El género, por tanto, puede usarse tanto para definir a personas de sexo masculino como femenino.

La palabra "género", como se usa actualmente, fue utilizada por las feministas americanas, que deseaban hacer hincapié en las distinciones de tipo social, en lugar de tan sólo en las diferencias biológicas aludidas con el concepto de "sexo". "Fueron las feministas radicales quienes desarrollaron el concepto de género", recalca Kate Millar. "En virtud de las condiciones sociales a que nos hallamos sometidos, lo femenino y lo masculino constituyen, a ciencia cierta, dos culturas y dos tipos de vivencia radicalmente distintos. El desarrollo de la identidad genérica depende, en el transcurso de la infancia, de la suma de todo aquello que los padres, los compañeros y la cultura en general consideran propio de cada género en lo concerniente al temperamento, al carácter, a los intereses, a la posición, a los méritos, a los gestos y a las expresiones. Cada momento de la vida del niño implica una serie de pautas acerca de cómo tiene que pensar o comportarse para satisfacer las exigencias inherentes al género. Durante la adolescencia se recrudecen los requerimientos de conformismo, desencadenando una crisis que suele templarse y aplacarse en la edad adulta"(3).

Sin embargo, no faltaron quienes se opusieron al enfoque de género. Guerra(4) considera que la definición de la perspectiva de género -respecto de que "las diferencias entre hombres y mujeres responden a una estructura cultural, social y psicológica y no a condiciones biológicas"- es muy radical y deja de lado la base biológica en lo que suele llamarse "femenino o masculino". Según él, "tenemos que constatar que por mujer designamos a un ser cuyo cuerpo se contradistingue del masculino por una serie de rasgos sui géneris", añadiendo que estos conceptos son muy diversificados y complejos dada su base biológica.

En su acepción reciente más simple, "género" es sinónimo de mujeres(5, p.7), aunque hay autores que rechazan categóricamente este concepto. Según Scott(5, p.2), el concepto resalta los aspectos relacionales de las definiciones normativas de la femineidad. Expresa que quienes se preocuparon porque los estudios académicos en torno a las mujeres pudieran centrarse de forma separada y demasiado limitada en ellas, utilizaron el término para introducir una noción relacional en el vocabulario analítico. De acuerdo con esta perspectiva, hombres y mujeres fueron definidos el uno en términos del otro, y no se podría conseguir la comprensión de uno u otro mediante estudios completamente separados.

¿Por qué es necesario hacer hincapié sobre la problemática de género? ¿Por qué no basta que se den lineamientos para todas las personas? Tan sólo el hecho de que, por mucho tiempo, haya primado la desigualdad entre hombre y mujer, marginando y poniendo en un plano inferior a esta última, justifica que, en la actualidad, se esté trabajando en los conceptos de equidad de género y se fomente el desarrollo de la mujer y su empoderamiento en todos los roles que desempeña y en las diferentes áreas en las que actúa.

Por otro lado, el enfoque de género permite visualizar la desigual distribución del poder entre varones y mujeres, y la manera en que estas desigualdades son reforzadas por instituciones sociales, jurídicas, religiosas y políticas. En este sentido, esta división dicotómica basada en el género subordina y desvaloriza a las mujeres, recorta oportunidades y crea barreras para la igualdad política, cultural, social y económica. Junto con esta discriminación basada en el género, operan otras formas de subordinación, por ejemplo, de clase social, edad, raza u orientación sexual(6).


Salud mental

Así como el concepto de "género" ha ido variando a través del tiempo, expandiéndose y abarcando más roles y áreas en las que se desempeñan las personas, también el de "enfermedad mental" ha evolucionado y ha dado paso al concepto de "salud mental".

Al principio, la salud mental estuvo vinculada a la ausencia de enfermedad mental; ha evolucionado y, en este momento, predomina el enfoque de tipo integral que involucra un conjunto de factores de tipo biológico, psicológico y social que incluyen a la persona sana.

Llanos opina que la salud mental corresponde al aspecto sano del individuo en sus dimensiones psicológicas y sociales, a través de las cuales lleva una relación armoniosa con su medio ambiente, lo cual le permite realizar las conductas adecuadas y necesarias para su autoafirmación y autorrealización(7).

En Perú, la salud mental -conceptuada por psiquiatras como Honorio Delgado, con gran influencia del humanismo- contemplaba la importancia de los aspectos psicológicos y ambientales tanto en la génesis de las patologías como al momento del tratamiento. Sin embargo, esto no se veía reflejado en la práctica ni en las políticas de salud. Hace unos pocos años se ha puesto énfasis en la prevención de la enfermedad y en la promoción de la salud, considerando la participación activa de la sociedad.

Ha sido sólo en 2004, a través de la elaboración de "Lineamientos para la Acción en Salud Mental" (Ministerio de Salud), que se ha considerado desarrollar políticas de salud mental como un componente de la salud integral y el desarrollo humano. Teniendo en cuenta que "toda condición que daña la adaptación recíproca entre la persona y su medio, como por ejemplo, la pobreza, la contaminación y la discriminación, constituyen un obstáculo para la salud mental. De manera inversa, toda condición que facilita esta adaptación recíproca, como por ejemplo, la distribución equitativa de la riqueza colectiva, el acceso a una educación de calidad o a un ambiente sano, favorece y mantiene la salud mental(8)".

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