La mamá de los homosexuales.

Publicado en por Los Derechos de las Mujeres

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La historia de Martha Lucía Cuéllar, la mujer que defendió la causa de la comunidad LGBTI en el Congreso. Cree haber visto suficiente discriminación y violencia con personas que como su hijo sólo buscan la igualdad de derechos.

 

Martha pasaría inadvertida en la calle de no ser porque esta semana dio un discurso en la plenaria del Senado en defensa de su hijo que heló a más de uno y se propagó como un virus en las redes sociales. “Mi nombre es Martha Lucía Cuéllar de San Juan, estoy felizmente casada hace 35 años con mi esposo Carlos Arturo San Juan, soy profundamente creyente y tengo un hijo gay”, empezó y siguió con vehemencia, mirando a los ojos a los senadores que esperaban votar esa noche el proyecto de ley que permitiría que las parejas del mismo sexo se unieran en matrimonio. “Vine aquí por el dolor de madre que siento al ver tanta discriminación  (...) Mi hijo tiene derechos que se le están negando en este recinto y es un problema de dignidad o, ¿es que acaso la dignidad está pegada de los genitales? Lamento decirles que está aquí —y señaló la cabeza—, y aquí, —y apuntó a su corazón—. No era la primera vez que defendía en el Senado la causa de su hijo Arturo. Doce años atrás estuvo en el mismo atril, pidiendo el reconocimiento de los derechos patrimoniales de las parejas homosexuales, mientras su hijo y su nuero la apoyaban desde las barras del recinto. El Congreso hundió la ley esa vez y otras más, Martha tuvo que renunciar a sus estudios bíblicos porque sólo encontró rechazo en la mirada de sus compañeros y al final sólo ganaron esa batalla en 2007, cuando la Corte Constitucional reconoció que este régimen era discriminatorio con las parejas homosexuales.

Martha recuerda que al siguiente día, a las ocho de la mañana, Arturo y Sebastián registraron en una notaría de Chapinero su unión marital de hecho, y que apenas salieron de allí fueron a una EPS, y Arturo inscribió como beneficiario del derecho de salud a Sebastián.

 

La historia de un amor

“Les quiero contar que mi hijo duró en una relación con esta persona 11 años y medio, y que fueron una pareja ejemplar que se prometieron cuidado, solidaridad y una vida en común”, dijo Martha en el Senado. Ahora estaba más tranquila y contestaba algunas preguntas.

 

¿Cómo conoció a Sebastián?

“El Grupo de Diversidad Sexual de la Universidad Nacional me invitó para que contara mi historia como mamá de un muchacho gay. Allí estaba él, era estudiante de biología y eran notorias su inteligencia y elocuencia. Después empecé a verlo con mi hijo más a menudo, hasta que supe que eran pareja. Ya sabía que Arturo era homosexual. En alguna ocasión, en esos ataques de limpieza que les dan a las mamás, decidí limpiar todo y encontré debajo de su colchón unas revistas gais.

Tenía 18 años, acababa de entrar a estudiar matemática pura a la Universidad Nacional. Le pregunté y me dijo que le gustaban los hombres, que lo sabía desde que tenía 14. Entonces decidí apoyarlo, conocía el sufrimiento que padecieron tres amigos gais que tuve cuando era soltera y no iba a exponerlo a tanto dolor. Incluso conocí a un arquitecto, brillante, dedicado a su mamá, que se dejó morir de inanición poco después de que ella se enteró de que era homosexual y que le dijo: lo prefiero muerto que marica. Nosotros resolvimos, como familia, ponernos como una mole de concreto para proteger a Arturo mientras crecía y se fortalecía para defenderse solo. En ese camino de aprendizaje conoció a Sebastián”.

 

Sebastián, el edil 

Arturo San Juan vivía con Sebastián Romero cuando este último decidió ser edil de la localidad de Chapinero por el Polo Democrático. Juntos habían luchado diez años por los derechos de los homosexuales. Sebastián ayudó a fundar el Polo Rosa, un sector del partido que concentró la población LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas) y se convirtió en el primer político homosexual que ganó una curul con 1.060 votos. Fue comparado en su momento con Harvey Milk, el fotógrafo y activista gay que con la bandera de los derechos de los homosexuales ganó una elección en California en los años setenta, que terminó siendo emblemática. Como edil siempre promovió una idea: la diversidad sexual, y la defendió hasta el día en que murió tras padecer una infección. Tenía 32 años. El alcalde Gustavo Petro nombró el Centro de Ciudadanía LGBTI en Bogotá a su memoria. 

“Siempre decías que tú debías morir primero que yo porque, a diferencia de mí, no soportarías mi muerte. No sé de dónde sacaste esa estupidez. Está bien, ¿pero por qué ahora? Ahora que nuestro amor comenzaba. Con tantos proyectos, la compra de nuestro apartamento en Chapinero, nuestro matrimonio cuando fuera reconocido como tal, la adopción de nuestra bebé que tanto soñamos. ‘No lo vamos a hacer de otra manera, lucharemos hasta conseguir la plenitud de nuestros derechos’ —me decías enfáticamente—. Queríamos una niña, una pitufa para hacerle cachumbos y muñequear todo el día. Mi sueño de tener una familia se murió contigo. A nuestra hija no le habría faltado amor ni un solo día”, le escribió Arturo a Sebastián en una carta de despedida que publicó en su blog.

 

Un seguro de vida

“Sebastián tenía un seguro de vida como funcionario de la Alcaldía y dejó como beneficiario a Arturo, con quien convivía hacía 11 años y medio. Pero el Distrito cambió de aseguradora y la entidad no actualizó las firmas de los beneficiarios. Cuando Sebastián murió la aseguradora no quiso reconocer a Arturo como pareja.

De nada sirvieron los documentos que sustentaban la unión marital de hecho, el registro como beneficiario de la EPS y 17 testimonios juramentados en notaría de quienes los conocieron como pareja y daban fe de su convivencia durante 11 años, entre quienes estaban la exalcaldesa de Chapinero Blanca Inés Durán, la concejal Angélica Lozano, el columnista Daniel García-Peña, la mamá, la hermana, el papá de Sebastián, que habían acogido a Arturo como un hijo. La aseguradora dijo que no, porque solamente reconocen como parejas a los matrimonios a menos de que haya el fallo de un juez ”, dice Martha, indignada sobre un pleito que aún está por resolverse después de dos años  y que no hubiera ido muy lejos si Sebastián y Arturo hubieran podido casarse. Esa es la historia de amor, discriminación y dignidad que esta madre esbozó el pasado miércoles en la plenaria del Senado. El debate del proyecto de matrimonio igualitario fue aplazado para el próximo martes 23 de abril y todo parece indicar que no tiene ni los tiempos ni la voluntad para salir a la luz.

Por ahora Martha repite como un mantra que “es una responsabilidad hacer visible lo invisible dentro de lo cotidiano”. Habla de la historia de su hijo, que hoy es docente universitario y está terminando un doctorado en matemáticas. Habla de la historia de quienes luchan activamente o callan la violencia a la que son sometidos por ser diferentes.

Publicado por. Elespectador.com - Natalia Herrera Durán – 24/04/13 -

 

Etiquetado en Diversidad Sexual

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Hola!<br /> Buen post, sin duda. Superinteresante. Muchas gracias.
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