Chile: Hacia un nuevo concepto de Género.

Publicado en por Los Derechos de las Mujeres

En abril, la filósofa Judith Butler, impulsora de la Teoría Queer, visitará Chile. Afirma que el género es un rol que se representa iterativamente frente al escenario recreado por las condiciones culturales dominantes, y postula una nueva comprensión de lo que implica la intersexualidad.

 

El día 7 de marzo de 2011, con relación a la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el diario español El País publicó una entrevista a la ex Presidenta de Chile y actual directora de ONU Mujeres, Michelle Bachelet. Entre otros ejemplos que otorga, Bachelet hace hincapié en su lucha contra la violación de los derechos de las mujeres en todo el mundo, recalcando la importancia de la igualdad de géneros en la conformación de los sistemas democráticos. Combatir las vejaciones sufridas por miles de personas de sexo femenino, a través de mutilaciones, abusos, y discriminaciones encubiertos por esquemas culturales dominantes, es uno de los principales ejes de lucha para la nueva institucionalidad ONU. “No volveremos a la cocina”, fueron las palabras citadas con las que el periódico español tituló la noticia. A través de ese mensaje, Bachelet refuerza el compromiso declarado por la lucha de género y la fuerza con la que ella entiende de su rol de mujer en la escena política mundial.

Sin embargo, y a pesar de que podemos reconocer los esfuerzos de las organizaciones internacionales por empoderar a las mujeres alrededor del mundo, resulta interesante reflexionar sobre la posición desde donde se emplaza este proyecto.

 

Si los esfuerzos de ONU Mujeres se dirigen a rescatar los derechos de aquellos individuos femeninos víctimas de los esquemas hegemónicos y patriarcales que dominan culturalmente las sociedades, ¿no deberían también apoyar a todos aquellos individuos que, sin haber nacido con genitales femeninos, son víctimas de las mismas estructuras de poder? ¿Es válido hacer distinciones de género en esta materia? ¿Es necesaria una distinción física en la lucha de géneros que, lejos de simplificarse, ha adquirido complejidad teórica y práctica?

La frase “no volveremos a la cocina”, por muy provocadora, resulta conflictiva pues se posiciona desde el rol histórico femenino de la performance de lo débil, lo íntimo, lo oculto: el disimulo centenario sufrido por las mujeres en el interior de sus casas y que las mantiene, en muchos casos, efectivamente alejadas de la vida cívica de la ciudad. La calle del hombre, la cocina de la mujer. Por lo tanto, el rol que toma hoy la ONU parte de la excepción cultural de una mujer –o un grupo institucionalizado de mujeres— que se libera individualmente de las ataduras, pero que no busca explícitamente redefinirlas o desbaratarlas.

Entendemos los esfuerzos y los apoyamos, pero es necesaria la profundización de la discusión para comprender sus reales ribetes. Y si bien es cierto que es loable e indispensable considerar la reivindicación femenina desde la redefinición de su rol público en la sociedad civil, contemplar sólo este camino puede conducir a una confusión que es necesario rescatar: la eventual totalitarización de roles binarios en una lucha que deja a muchas víctimas –de las mismas fuerzas opresoras –fuera del proceso reivindicatorio. ONU Mujeres, de ese modo, tiene entre sus manos la responsabilidad de lucha por el empoderamiento de las mujeres, pero por sobre todo combatir contra las categorías dominantes que producen, desde hace siglos, el debilitamiento de unos grupos débiles frente a otros poderosos.

 

Desde lo postulado en la monumental obra inconclusa de Foucault, Historia de la Sexualidad, el género y el sexo, dejando de ser categorías absolutas, se pueden entender como conceptos que más bien abarcan múltiples combinaciones, que ligadas a los constructos culturales de cada lugar y época, dan fruto a una diversidad de identidades de género que se alejan de la polarizada distinción “hombre-mujer”.

Una de las teorías sociales más influyentes desarrollada en los últimos tiempos es la Teoría Queer, levantada por Judith Butler en las últimas décadas, y que retoma los postulados post-estructuralistas de Foucault para avanzar en la construcción de un nuevo entendimiento en torno al género y sus cuestiones. El género, lejos de ser algo natural inherente a las gónadas, es más bien un rol que se representa iterativamente frente al escenario recreado por las condiciones culturales dominantes. Por lo tanto, según la Teoría Queer, el género, al igual que el sexo y la sexualidad, es performativo y no implícito. Un cuerpo no nace mujer, sino que se construye mujer en base a un cuerpo dado, a través de citaciones y reiteraciones de lo que se espera de tal, dentro de un marco cultural dominante. Al desnaturalizar las categorías de género, rechazando así la parcelación en categorías binarias universales como “homosexual” o “heterosexual”, “hombre” o “mujer”, “transexual” o “travesti”, Butler postula una nueva comprensión de lo que implica la intersexualidad. Una “nueva otredad posible” es la búsqueda de Butler, ya sea desde el género como desde los derechos humanos.

Partiendo desde el cuestionamiento de lo implícitamente aceptado, Butler ha logrado minar nuevos territorios críticos. Su último libro, Frames of War: The Politics of Ungrievable Life, busca profundizar en las conexiones existentes entre la guerra, la inmigración y la sexualidad. Siguiendo el enfoque de su línea anterior –no existe el cuerpo antes de que éste sea etiquetado, ya sea por género, raza, clase, religión– Butler profundiza en la participación de la sociedad dominante en la creación de una jerarquía valórica de personas: unas valen más, otras menos. Así en la guerra, con los invasores e invadidos; así con los inmigrantes y los nativos ocupados; así con las mujeres en la sociedad contemporánea.

 

En esta “marcación” cultural participan los medios de comunicación, que inciden en lo que ella llama una “vida digna de ser llorada”, en el sentido de poner un valor emocional extra a una vida más que a otras. De ese modo, las opiniones reiteradas sobre religión, raza, género y clase se harían normales con el tiempo, pasando a tener una forma icónica, la cual es reproducida por los medios. En los contextos de guerra, los medios habrían caricaturizado, a través de un duelo diferenciado, aquellas poblaciones cuyas muertes valen ser lloradas, y cuáles no. El tratamiento por parte de los medios de la muerte de soldados versus la muerte de civiles en Medio Oriente sería un ejemplo. Pero también puede ser la aceptación social de un menor salario laboral para las mujeres en comparación con el percibido por los hombres, fenómeno presente, en distintos grados, en muchos de los países “desarrollados”.

Judith Butler es filósofa y una de las pensadoras críticas contemporáneas de mayor prestigio a nivel mundial. Butler viene a Chile, invitada por la Universidad Diego Portales, y es una excelente oportunidad para discutir sobre los diversos géneros desde su creación cultural y reafirmación mediática. Por su parte, ONU Mujeres es una excelente plataforma internacional para complejizar las políticas públicas en pos del compromiso contra dichas discriminaciones. Podemos discutir como trabajar desde ONU Mujeres hacia ONU Géneros.

 

Fuente: Blog Humanas/Chile - EL CIUDADANO - 04/04/11

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